No esperes entenderlo...

jueves, 5 de enero de 2012

Era industrial

Niebla y penumbra, no recordaba nada de lo que le había sucedido y solo conseguía ver eso. Por la sensación de velocidad, la resistencia al viento y el hecho de no estar sobre una superficie dedujo que no estaba precisamente a salvo. Cuando atravesó las espesas nubes ocres que le produjeron ciertos picores e irritaciones, una voz, como de un transmisor, empezó a chillarle:

- ¡Lo he conseguido! ¡DIOS! - repetía y repetía la voz de una mujer que, en algún momento, podría haber sido dulce, pero en ese momento solo transmitía euforia mezclada con rabia a unos volúmenes casi perjudiciales.
- ¿Qué...? - apenas pudo titubear. Seguía confuso por la situación y esa voz que parecía que era de un transmisor por el ruido y la distorsión de la voz y que, sin embargo, no conseguía encontrar por más que lo buscara junto a su oreja.
- ¡Rápido, necesito que me digas qué consigues ver desde donde estás! - espetaba con una voz más seca aún pero no menos intensa – Ten cuidado con lo que dices. Podrían estar escuchando y te encontrarían antes que nosotros.

La situación cada vez pasaba a ser más extraña por momentos ¿Qué cojones esperaba que pensara un hombre que caía del cielo desde a saber dónde, esa mujer que no hacía más que chillarle y espetarle por un transmisor invisible? ¿Y qué más le daba que le encontraran unos antes que ellos si no conocía a ninguno de los dos? ¿Quién podría sacarle de esa situación?
Pasados unos segundos, procuró mantener la calma en pos de un mejor final para él, confiar en ella a pesar de la rudeza de su voz y empezar a otear el suelo que se acercaba a él a una velocidad peligrosamente rápida.
Parecía una ciudad sucia, totalmente inmersa en una época industrial en la que no se distinguían viviendas o actividad alguna pero sí chimeneas que escupían humo que, seguramente, serían las causantes de esas nubes tóxicas y la consecuencia fuera la aparente ausencia de vida. Todo parecía ser idéntico hasta donde le alcanzaba la vista: cubos marrones construidos de chapa ligeramente oxidada por el tiempo y vías o calles entre éstos con ningún tipo de iluminación. En conclusión, un panorama desolador y deprimente. Hasta que, mirando justo lo que estaba sobrevolando, pudo ver como uno de uno de los cubos, especialmente grande, salían fogonazos de una luz azul intensa, como latidos. Y, puesto que nada le había llamado la atención hasta ese momento, decidió comunicárselo a la extraña voz de la que aún no sabía si podía fiarse.

- Hay edificios idénticos hasta donde me alcanza la vista, pero estoy sobrevolando uno que manda como señales... - y no fue capaz de decir más.


Aenima by Tool on Grooveshark